Qué bien huele

¡Qué bien huele! ¡La Vida!

Llevo tiempo sin escribir y hoy asomado a la ventana, olfateando la tormenta, me he dado cuenta de lo bien que huele y me he decidido a compartir.

Huele a boj, siempre, al mágico boj que da el toque de olor a Huesca, su toque, su olor.

Huele a tierra empapada, a musgo, a huellas en el barro

Huele a Senera Curronera, que ya viste la Sierra de blanco

Huele al amarillo de varias compañeras de camino

Huele a humito guay de chimenea, de las últimas por el momento

Huele a alegría, a luz, a nubes que ensalzan aún más la Belleza

Huele a que está todo bien.

A veces, claro, nos huele el asunto regular, de otra manera, con tufillo. Lo intuimos.

Pero el tufillo está bien también, que nos avisa de lo corrompido, de lo que contagia, de lo que intoxica, de lo que es mejor dejar a un lado. Sabia intuición, escuchemos su fragancia.

Y no me refiero al “mal” olor de, por ejemplo, la decrepitud y la muerte, que tienen su aroma, que también nos orienta y guía y no para rechazarlas, no, para orientarnos hacia la ecuanimidad que nos permite acompañar a quien lo necesita, pues es a eso a lo que huele cuando toca lo que toca y llega lo que ha de llegar.

Me refiero como tufillo a lo anquilosado, lo impuesto, lo extremo, lo dogmático, lo cruel, lo vengativo, lo malintencionado, el sacrificio y la culpa, el castigo y la condena. Lo que no huele nada bien, lo que apesta.

Y como siempre, también con lo que apesta y horripila, lo que más provoca rechazo, no hay más camino que la aceptación. Que no la aprobación ni la resignación. Aceptación.

Me olfateo y pienso. Huelo y siento. Suelto y soy.

Inhalo la perspectiva del fondo en el que se funden las maravillas que me embargan y de las que soy parte.

Ya no huelo el viento, el azul ni la nieve.

¡Qué bien huele la puesta de sol entre tormentas!

Qué bien huele la Vida

Qué bueno el mensaje de cariño, gratitud y cercanía en medio de lo que más duele.

Gracias


Deja un comentario